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viernes, 26 de septiembre de 2014

María Zambrano

MARÍA ZAMBRANO (Vélez-Málaga, 1904 – Madrid, 1991).

    
María Zambrano Prince of Asturias Foundation Emblem.svg Medal of the Miguel de Cervantes Prize.svg
Nombre de nacimientoMaría Zambrano Alarcón
Nacimiento22 de abril de 1904
Vélez-Málaga, España
Defunción6 de febrero de 1991, 86 años
Madrid, España
NacionalidadEspañola
OcupaciónFilósofa, ensayista
MovimientosGeneración del 27[1]
CónyugeAlfonso Rodríguez Aldave
PremiosPremio Príncipe de Asturias
Premio Cervantes
María Zambrano Alarcón (Vélez-Málaga, Málaga, 22 de abril de 1904Madrid, 6 de febrero de 1991) fue una pensadora, filósofa y ensayista española. Hija del también filósofo y pedagogo Blas Zambrano, fue discípula de Xavier Zubiri y colega de José Ortega y Gasset.[2] Su extensa obra, entre el compromiso cívico y el pensamiento poético, no fue reconocida en España hasta el último cuarto del siglo XX, tras un largo exilio. Ya anciana, recibió los dos máximos galardones literarios concedidos en España: el Premio Príncipe de Asturias en 1981, y el Premio Cervantes en 1988.[3]
 

Biografía.

Primeros años.

María Zambrano nació en Vélez-Málaga el 22 de abril de 1904, hija de Blas Zambrano García de Carabante y Araceli Alarcón Delgado, ambos maestros, como también lo fue su abuelo paterno, Diego Zambrano.[nota 1] Estando de vacaciones con su abuelo materno en Bélmez de la Moraleda (Jaén), María sufrió el primer aviso de lo que a lo largo de su vida sería una constante: su salud delicada; en esa primera ocasión se la llegó a dar por muerta tras un colapso de varias horas y una larga convalecencia.
En 1908 se trasladó con su familia a Madrid y al año siguiente se mudaron a Segovia al conseguir su padre la cátedra de Gramática Castellana en la Escuela Normal de Maestros de la ciudad.[nota 2] Allí pasó María su adolescencia y allí nació su hermana Araceli, la víspera de su cumpleaños; según sus propias palabras 'la alegría más grande de su vida'.[4] En 1913 comenzó el bachillerato en el Instituto de Segovia, donde sólo ella y otra muchacha representaban al género femenino ilustrándose. En 1914, María publicó su primer artículo en la revista de antiguos alumnos del Instituto San Isidro en torno a Europa y la paz.
En Segovia inició María un luego prohibido primer amor con su primo carnal Miguel Pizarro entre 1917 y 1921, año en el que la familia intervino y Miguel fue enviado a Japón, como profesor de español en la Universidad de Osaka.[5] [6] Tras un primer momento de desolación, la fuga de su primo la llevó a vivir una nueva experiencia amorosa, recogida en su epistolario con Gregorio del Campo.[7] [nota 3]

Formación.

En 1921 se matriculó por libre en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, ciudad a la que la familia se trasladó de nuevo en 1924. Entre 1924 y 1926 asiste a las clases de García Morente, Julián Besteiro, Manuel Bartolomé Cossío y Xavier Zubiri en la Universidad Central de Madrid, también conoce a Ortega en un tribunal de exámenes.[nota 4] En 1927 es invitada a la tertulia de la Revista de Occidente, círculo en el que a pesar de su juventud asumiría un papel de mediadora entre Ortega y algunos escritores jóvenes, como Antonio Sánchez Barbudo o José Antonio Maravall.
A partir de 1928 se entregó de lleno a las actividades de la Federación Universitaria Escolar (FUE) y comienza a escribir en diversas revistas y diarios españoles. También imparte clases de filosofía en el Instituto Escuela que se vieron interrumpidas por una nueva recaída de su salud (en esta ocasión el diagnóstico es concreto: tuberculosis).[nota 5] No interrumpió sin embargo sus colaboraciones con la FUE y muchos de sus escritos.
En 1931 fue nombrada profesora auxiliar de Zubiri en la cátedra de Metafísica en la Universidad Central (puesto que, haciendo las sustituciones a Zubiri cuando está de viaje, ocuparía hasta el año 1936); en esa época inició su inconclusa tesis doctoral sobre «La salvación del individuo en Spinoza». Integrada en el aparato de la coalición republicano-socialista, asistió a la proclamación de la Segunda República Española en la Puerta del Sol el 14 de abril de 1931; no aceptó, sin embargo, la oferta de una candidatura a las Cortes como diputada por el PSOE.[8]

El error del Frente Político (FE).

El 7 de marzo de 1932, la cercanía profesional e intensa colaboración de María con José Ortega y Gasset la llevó a cometer el que muy pronto descubriría como peor error político de su vida: la firma del Manifiesto y creación del Frente Político (FE), con Ortega moviendo los hilos en la sombra.[9] Aquella plataforma de un "Partido Nacional" (a la que intentaría sumarse José Antonio Primo de Rivera sin conseguirlo debido a la oposición personal de María), mostró muy pronto su perfil fascista. La Zambrano, haciendo uso de su indiscutida autoridad en el colectivo, y "como tenía poder para ello", disolvió el incipiente movimiento. No pudo evitar sin embargo que los estatutos de aquella empresa 'orteguiana' y las siglas FE fuesen usadas por Falange Española.

El acierto de la Misiones Pedagógicas.

Aquel mismo año, y en un contexto vital muy diferente, conoció a través de su amiga Maruja Mallo en la tertulia de Valle Inclán a Rafael Dieste, que sería en adelante uno de sus más grandes amigos; con él y otros jóvenes de ese grupo (Arturo Serrano Plaja, Luis Cernuda, Sánchez Barbudo y el que más tarde será su marido, Alfonso Rodríguez Aldave) participó en algunas Misiones en Cáceres, Huesca y Cuenca, entornos y quehaceres en los que las angustias personales que la habían asediado fueron desplazadas por la realidad de una "tarea española".[10]
En ese periodo, entre 1932 y 1934, María Zambrano colaboró con generosidad en los cuatro círculos culturales que frecuentaba: la Revista de Occidente, la poética reunión de estrellas del 27 reunida en Los Cuatro Vientos, la juvenil Hoja Literaria de Azcoaga, Barbudo y Plaja y el santuario de José Bergamín Cruz y Raya, en cuyas tertulias conocerá a un aturdido Miguel Hernández al que acogerá en una sintonía de silencios y pesares.[nota 6]
Muchos de los integrantes de esos círculos acabarán entregándose a la costumbre de ir a tomar el té a la casa de María en la plaza del Conde de Barajas. La pensadora se aleja de la caverna filosófica de la Revista de Occidente y Ortega, y gana un puesto de excepción entre la intelectualidad poética española.[11] Era el año 1935 y en el comienzo de curso María inició su tarea de profesora de filosofía en la Residencia de Señoritas y en el instituto Cervantes, en el que Machado ocupaba la cátedra de Francés.

España nuestro tiempo, nuestro deber: conocerlo, cumplirlo.

El 18 de julio de 1936, María Zambrano se sumó al manifiesto fundacional de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura (AIDC), colaborando en su redacción y marcando el compromiso de "la libertad del intelectual" con el "pueblo puesto en pie" por una "razón armada".[12] Como su propio padre y como su admirado y admirador Antonio Machado, la Zambrano, que nunca escatimó lucidez y valentía, se alineó definitivamente en la realidad, un gesto humano y personal que muy pronto aparecerá en su obra bajo el epígrafe de "razón poética".[13]
El 14 de septiembre de 1936, contrajo matrimonio con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave, recién nombrado secretario de la Embajada Española en Chile, país hacia el que viajaron en el mes de octubre. En ese viaje hicieron escala en La Habana, donde María pronunció una conferencia sobre Ortega y Gasset y conoció al que será quizá su mejor José Lezama Lima.[14]
Ocho meses después, en plena guerra civil española, regresan a España, el mismo día en que cae Bilbao y comienza la diáspora intelectual española; a la pregunta de por qué vuelven si la guerra está perdida, responderán «Por eso».[nota 7] Su marido se incorporó al ejército y ella colaboró en la defensa de la República desde el consejo de redacción de Hora de España. Participó en el II Congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura (del 4 al 17 de julio de 1937), donde conoció a Octavio Paz, Elena Garro, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y Simone Weil (vestida de miliciana). Fue nombrada Consejera de Propaganda y Consejera Nacional de la Infancia Evacuada, y participó en la reapertura y gestión de la Casa de la Cultura de Valencia.
Al inicio de 1938 se traslado con su familia a Barcelona, en cuya universidad llegaría a impartir un curso. Ese año, el 29 de octubre, murió su padre; al que Antonio Machado dedicaría una esquela de despedida en el número XXIII de la revista Hora de España (que entonces no llegó a publicarse), incluida luego en su Mairena póstumo. El 23 de diciembre veinticinco divisiones del "ejército nacional" abordaron la ofensiva de Cataluña. El 25 de enero capitula Barcelona y lo que queda de la España republicana se encamina hacia el exilio.

Exilio.

En el Caribe y México.

El 28 de enero de 1939 María cruzó la frontera francesa en compañía de su madre, su hermana Araceli, el marido de ésta y otros familiares.[nota 8] En Francia, María se reencuentra con su marido y tras una breve estancia en París, parten para México invitados por la Casa de España, recalando antes en Nueva York y La Habana, donde fue invitada como profesora de la Universidad y del Instituto de Altos Estudios e Investigaciones Científicas. De Cuba pasó a México, donde —tras una serie de maniobras a cargo de algunos antiguos colegas— fue nombrada profesora en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo de Morelia, (Michoacán), lo que supuso para María un pequeño exilio dentro del gran exilio y provocó que abandonase México, viviendo unos años entre Puerto Rico y Cuba.[15]
Entre 1940 y 1945 trabajó con intensidad en seminarios y ciclos de conferencias o dictando lecciones y cursos en diversas instituciones cubanas y puertorriqueñas, como el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de San Juan de Puerto Rico, la Asociación de Mujeres Graduadas y el Ateneo, o la Asamblea de Profesores de Universidad en el exilio reunida en La Habana. Paralelamente continúa publicando artículos y algunos libros como La Confesión: Género Literario y Método, La agonía de Europa o El pensamiento vivo de Séneca. La II guerra mundial le impide reunirse con su madre enferma y su hermana Araceli, viuda y en el umbral de la locura, que sobreviven en el París ocupado por los nazis.

París, América, Roma, París, La Habana, Roma.

Liberada al fin la capital francesa, los lentos trámites de su visado harán que cuando María llegue a París su madre ya esté enterrada, y su hermana "enterrada en vida", situación que lleva a la pensadora española a tomar la decisión de no volver a separarse de Araceli. Así, en 1947, las hermanas Zambrano se instalaron en un apartamento de la rue de L'Université, hogar eventual al que en marzo de aquel año se incorporó el marido de María. La convivencia resultó ser insostenible.[nota 9]
En 1948, ya solas y unidas hasta el final, María y Araceli Zambrano se trasladaron a La Habana, y de allí a México y de nuevo a La Habana. Pero la situación económica empieza a ser agobiante y deciden volver a Europa. Su condición de seres errabundos en continuo destierro empieza a ser casi obsesiva. En 1949 las hermanas Zambrano volvieron a Europa instalándose en Roma hasta junio de 1950, en que el gobierno italiano se niega a prolongar sus permisos de residencia. Marchan a París donde María se reencuentra con su marido, la relación será breve y finalmente Martínez Aldave y su hermano (con el que ha vivido los tres últimos años, desde 1947), partieron hacia México.[nota 10]
Las Zambrano permanecieron en París hasta marzo de 1953, fecha en que de nuevo se trasladaron a La Habana. Pero la inicial euforia del reencuentro caribeño se disolverá en la marea de la situación política cubana, las añoranzas de Araceli, la relación amorosa de María con Pittaluga y sus propios fantasmas.[16] En junio de 1953 un barco las devolvió a Roma.
Siguió el más largo periodo romano de las Zambrano (1953-59); en él vivió María una fecunda amistad con intelectuales italianos como las hermanas Elena y Silvia Croce, o Elemire Zolla y su compañera Vittoria Guerrini (alias "Cristina Campo"), y recuperó su relación con viejos amigos como Diego de Mesa (alumno suyo en el Instituto Escuela), Carmen Lobo, Nieves de Madariaga, Tomás Segovia, Jorge Guillén, o el mexicano Sergio Pitol.[17] Su economía y salud, siempre débiles, se vieron confortadas por la generosidad de Timoty Osborne. Incansable, María sigue escribiendo. De su esfuerzo, entre un amplio conjunto de artículos, ensayos y libros, y un espectro que se abre entre la historia trágica, la pintura y la razón poética, saldrán piezas maestras como España, sueño y verdad o La España de Galdós.
En septiembre de 1957, María recibió la sentencia de un tribunal de México comunicándole su divorcio de Rodríguez Aldave, acusada de abandono del hogar y otros cargos que no se citan y declarada 'incompareciente' (sin haber recibido citación alguna). Ese mismo otoño conoció a la poeta y cantante venezolana Reyna Rivas que con su marido Amando Barrios, se convirtieron en amigos, mediadores y protectores hasta el último momento. Su casa romana se hizo famosa por las tertulias, por sus cantes y bailes y por su desbordante población de gatos. Otro capítulo gozoso, transcurre en el verano y el otoño de 1958, con largas temporadas en Florencia, donde el pintor Ramón Gaya oficia como su amante.[18]
Tras una temporada de cinco meses en Trèlex-sur-Nyon (Suiza) en la casa alquilada por su primo Rafael Tomero, las hermanas Zambrano (y su corte de gatos que acompañaban a Araceli allá donde se moviera) volvieron a Roma —por culpa de los felinos—, donde además se les une en "Villa Riccio" la tía Asunción durante los primeros meses de 1960.
En abril de 1962, Araceli viajó a México para intentar pactar con Rodríguez Aldave una pensión para María con resultado más que negativo. Otro revés fue la orden de expulsión de la ciudad de Roma, firmada por un senador de pasado fascista en septiembre de 1963. El motivo: los gatos. Por mediación de Elena Croce llegaron a intervenir los ministros de Justicia y el del Interior, aplazando el proceso. El 14 de septiembre de 1964, tras una nueva denuncia y su posterior inspección "sanitario-cívica", las Zambrano y trece gatos abandonan Roma camino de Francia con un aviso a la policía gala de que se trata de "personas peligrosas".[19]

«La Pièce».

Al contemplar por primera vez la vieja casa de «La Pièce», en el Jura francés, María dijo: "Parece un convento abandonado, pero tiene gracia"... Vivió en ella hasta 1977. La soledad de la casita del bosque se vería de tanto en tanto animada por las visitas de los amigos españoles e italianos y de los primos. En ella concluyó, amplio o fraguó la pensadora española obras como: La tumba de Antígona, El hombre y lo divino o Claros del bosque. Es en ese periodo cuando su obra comenzó a valorarse en España tras la publicación en la Revista de Occidente, en febrero de 1966, del artículo de José Luis López Aranguren Los sueños de María Zambrano, al que siguieron los trabajos de José Ángel Valente en Ínsula y de José Luis Abellán. También se publican fragmentos de su obra en Papeles de Son Armadans y Caña Gris.
Un proyecto de trasladarse a Nápoles al inicio de la década de 1970 no prosperó por retrasos administrativos y debido a la desmejorada salud de Araceli que, finalmente, murió el 20 de febrero de 1972. La muerte de su hermana le hizo abandonar su casa del bosque, a la que no volvería hasta dos años después. Estancias en Roma, viajes turísticos por Grecia, todo con la compañía y la generosidad de su mecenas Timothy Osborne y su segunda esposa. En 1974 volvió a «La Pièce», donde la asisten y acompañan su primo Mariano y Rafael Tomero, sus tres perros y algún gato superviviente.
María Zambrano (hacia 1918).
De 1975 es el poema que Lezama Lima le dedicó en Fragmentos a su imán, dos años antes de la muerte del cubano, al que María bautizó con el título de hombre verdadero:
"María se nos ha hecho tan trasparente / que la vemos al mismo tiempo / en Suiza, en Roma o en La Habana..."
Pero el deterioro de su salud física es progresivo; en 1978 se trasladó a Ferney-Voltaire, donde permanecería dos años; en 1981 se mudó a Ginebra y la colonia asturiana en esa ciudad suiza la nombra Hija Adoptiva del Principado de Asturias, el primero de una larga y tardía lista de reconocimientos, a todo el mundo le había entrado una prisa incontenible por agasajarla.

Reconocimientos.

Placa puesta en enero de 2004 en la última casa que María Zambrano habitó en Madrid, entre 1984 y 1991. En ella puede leerse una cita de la pensadora española: «Solamente se es de verdad libre cuando no se pesa sobre nadie; cuando no se humilla a nadie. En cada hombre están todos los hombres».
En 1981 fue recompensada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, en su primera edición. A su vez, el ayuntamiento de Vélez-Málaga, su ciudad natal, la nombró Hija Predilecta. Al año siguiente, el 19 de diciembre, la Junta de Gobierno de la Universidad de Málaga acordó su nombramiento como Doctora honoris causa.
Tras una recaída en su salud y que los médicos la declarasen desahuciada, la ya anciana pero aún lúcida pensadora se recuperó y el 20 de noviembre de 1984,[nota 11] María Zambrano regresó por fin a España tras casi medio siglo de exilio. Se instaló en Madrid, ciudad de la que saldría ya en pocas ocasiones. En esta última etapa la actividad intelectual fue, sin embargo, incansable. Continuaron también los reconocimientos oficiales: Hija Predilecta de Andalucía en 1985, y en 1987, se constituye en Vélez-Málaga la fundación que lleva su nombre. Finalmente, en 1988 se le concedió el Premio Cervantes. Murió en Madrid el 6 de febrero de 1991, y fue enterrada entre un naranjo y un limonero en el cementerio de Vélez-Málaga, donde luego se trasladaron también los restos mortales de sus "dos Aracelis", su madre y su hermana. En la lápida puede leerse a modo de epitafio, el verso del Cantar de los Cantares «Surge amica mea et veni».
Siguió recibiendo reconocimientos a título póstumo, muchos de ellos reivindicaciones autonómicas: Hija Predilecta de la Provincia de Málaga en 2002. El 27 de noviembre de 2006 el Ministerio de Fomento bautizó con su nombre la estación central de ferrocarril de Málaga. En 2008 se botó el buque remolcador de salvamento marítimo María Zambrano (BS-22).

Cronología.

  • 1904–1939 • Estudios en la Universidad de Madrid, principios como escritora; vida intelectual madrileña en los años veinte y treinta.
  • 1939–1953 • Exilio americano (México, Cuba, Puerto Rico, y nuevamente en Cuba), publicación de sus obras filosóficas más importantes.
  • 1954–1983 • Años de exilio en Europa: en Italia, Francia y Suiza.
  • 1984–1991 • Últimos años de su vida, desde su regreso del exilio hasta su muerte en 1991

Obra.

Cubierta de Horizonte del Liberalismo, de María Zambrano. Portada original de la primera edición de 1930.
A finales de 2011 se inició la publicación de sus obras completas a cargo de Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores, recopilándose sus libros publicados, los artículos no publicados en libros y los múltiples inéditos conservados en el Archivo de la Fundación María Zambrano en Vélez-Málaga.[21]
  • Horizonte del liberalismo (1930)
  • Hacia un saber del alma (1934)
  • Filosofía y poesía (1939)
  • Hacia un saber sobre el alma (1950)
  • Delirio y destino (escrito en 1953 y publicado en 1989)
  • El hombre y lo divino (1.ª edición: 1955. 2.ª, aumentada: 1973)
  • Persona y Democracia: Una historia sacrificial (1958, reeditado en 1988)
  • España, sueño y verdad
  • Los sueños y el tiempo (reeditada en 1998)
  • El sueño creador
  • Claros del bosque (1977)
  • La tumba de Antígona, (1967) (Mondadori España, 1989)
  • De la aurora (1986)
  • El reposo de la luz (1986)
  • Los bienaventurados (1979)
  • Para una historia de la piedad (1989)
  • Unamuno (escrito en 1940 y publicado en el 2003)
  • Cartas de la Pièce. Correspondencia con Agustín Andreu (escrito en los 70 y publicado en 2002)
  • La confesión, género literario y método (Luminar: México, 1943; Mondadori: Madrid 1988 y Siruela: Madrid, 1995).

Algunos dictados y sentencias.

  • La actitud de preguntar supone la aparición de la conciencia.
  • La pregunta, que es el despertar del hombre.
  • La palabra de la poesía temblará siempre sobre el silencio y sólo la órbita de un ritmo podrá sostenerla.
  • Filosófico es el preguntar y poético el hallazgo.
  • La filosofía es una preparación para la muerte y el filósofo el hombre que está maduro para ella.
  • La Tierra lo arregla todo, lo distribuye todo. Bueno, quiero decir estas cosas, si la dejan. Pero no la dejan, no. No la dejan nunca ellos, los que mandan. ¿La dejarán alguna vez que haga su trabajo en paz?
  • Quien tiene la unidad, lo tiene todo.

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