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jueves, 6 de noviembre de 2014

Diego de Riaño

Resultado de imagen de retrato de diego de riaño

   
Fachada de la Ayuntamiento de Sevilla a la Plaza de San Francisco obra de Diego de Riaño.
Detalle de la fachada del Ayuntamiento de Sevilla.
Detalle de la fachada del Ayuntamiento de Sevilla.
Detalle de la fachada del Ayuntamiento de Sevilla.
Para el político del siglo XVII, véase Diego de Riaño y Gamboa.
Diego de Riaño  - 1534) fue un arquitecto español del Renacimiento, conocido principalmente por sus obras en estilo plateresco.

Biografía.

Nace en La Trasmiera (hoy Cantabria) en fecha no conocida y se le documenta en la ciudad de Sevilla desde el año 1523. Con anterioridad a esa fecha poco se sabe de él, comenzó como cantero, en 1517 mata a un compañero en el taller de la Catedral, huyendo a Lisboa, para no regresar hasta 1523. Se tiene noticias de que comenzó la Colegiata de Valladolid en junio de 1527, el mismo año en el que aparece dirigiendo las Casas Consistoriales de Sevilla.
Al año siguiente es nombrado maestro mayor de la catedral hispalense, repartiendo su actividad desde entonces entre esta ciudad y Valladolid, donde falleció en 1534, siendo por tanto escaso el tiempo en el que desarrolló su actividad arquitectónica.
Como maestro mayor de la Catedral de Sevilla sus primeras ocupaciones consisten en acabar algunas obras iniciadas por sus antecesores, y entre ellas, las capillas de alabastro de los flancos del coro, donde trabajó Juan Gil de Hontañón.
En la Sacristía de los Cálices habían intervenido Alonso Rodríguez y el propio Hontañón, siendo luego replanteada por Riaño en 1530, englobándola en el conjunto de edificaciones que ocuparía el ángulo suroriental de la catedral.
En la Sacristía Mayor, libre de prexistencias góticas anteriores, demuestra Riaño su dominio profesional, apartándose de esquemas tradicionales y recurriendo al tema de los espacios centralizados. Entre sus elementos constructivos destacan las columnas acanaladas, con grutescos y entorchadas, por ser las primeras de carácter monumental de la arquitectura sevillana, así como las ventanas elípticas, auténtica novedad en la construcción española.
También la gran bóveda semiesférica trasdosada y su decoración clásica, así como el monumental muro que sirve de fachada a la Sacristía y dependencias paredañas, la primera fachada renacentista religiosa de orden gigante del arte sevillano.
El Ayuntamiento de Sevilla se comienza a construir a finales de 1526 según las trazas del propio Riaño, en lo que supone el primer edificio público renacentista de la ciudad. Se proyecta en lenguaje clásico cargado de alto contenido simbólico, empleando elementos estructurales ornamentados con una rica y delicada decoración de grutescos y una selecta iconografía. Entre lo mejor del conjunto destaca el basamento en que se apoya el edificio, el rigor en la composición y las cuidadas proporciones, con un interior donde sobresalen el Apeadero y la Sala Capitular, que presenta una soberbia bóveda artesonada con figuras de reyes. En este proyecto trabajó Riaño hasta 1534, año de su fallecimiento.
A partir de su nombramiento como maestro mayor del arzobispado hispalense, Riaño trabaja en numerosas iglesias fuera de Sevilla. Se sabe que intervino en la Iglesia de Santa María de la Asunción (Aracena), Iglesia de Santa María de la Asunción de Arcos de la Frontera, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Aroche, en la Iglesia de Santa María de la Asunción de Carmona y en la Iglesia de San Andrés de Encinasola, aunque la desaparición y reforma de muchos templos a lo largo del tiempo impiden valorar su actuación. También se debe mencionar su intervención en la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción de Osuna, cuya portada central de los pies, fechada en 1533, presenta notables relaciones con su producción.
Tras su muerte, sus trabajos en el Ayuntamiento y en la Catedral fueron continuados por quienes hasta entonces habían sido los aparejadores de dichas obras: Juan Sánchez y Martín de Gainza, respectivamente.
La ciudad de Sevilla le tiene dedicada una calle con su nombre.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Hoy celebramos el día de Santa Ángela de Cruz.






Biografía de Sor Ángela de la Cruz. Las Hermanas de la Cruz. Beatificación de Sor Ángela de la Cruz. Santa Ángela de la Cruz. Oración a Santa Ángela de la Cruz Madre de los Pobres. Madre María de la Purísima
Tened mucha confianza en nuestra Santísima Madre; ponedlo todo en sus manos. (Sor Ángela de la Cruz)

Biografía de Sor Ángela de la Cruz
Sor Ángela de la Cruz. Ángela Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres, nació el 30 de enero de 1846 en Sevilla en el seno de una familia sencilla. Sus padres, Francisco Guerrero y Josefa González, tuvieron catorce hijos, pero sólo seis llegaron a mayores de edad a causa de la terrible mortalidad infantil, aún persistente durante todo el s. XIX.
Sus padres eran—hasta la exclaustración de los religiosos en 1836—los cocineros del Convento de los Padres Teatinos de Sevilla. Su padre murió pronto. Sin embargo la madre llegara a ver la obra de su hija, y las Hermanitas de la Cruz la llamaran con el dulce nombre de "la abuelita" y quedaran admiradas de las muchas virtudes que florecían en el jardín de su alma. Ella supo trasplantarlas al jardín del alma de su hija Ángela. Se dice que un día, siendo aun muy pequeña, desapareció y todos la buscaron. Todos menos su madre que enseguida adivinó donde estaba: en la iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo los altares. Ya mayor dirá: "Yo, todo el tiempo que podía, lo pasaba en la iglesia, echándome bendiciones de altar como hacen las chiquillas".
Por carecer de recursos, apenas puede aprender a leer y escribir. Ángela, que crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de bondad natural. Ya de joven, nadie osaba hablar mal o pronunciar blasfemias en su presencia. Si hablaban algo menos puro, al verla llegar, decían, cambiando de conversación: "Callad, que viene Angelita".
Ángela necesita trabajar desde los doce años para ayudar a su familia, cuando apenas ha tenido ocasión de asistir a la escuela: en el taller de calzado de doña Antonia Maldonado, en la calle del Huevo, trabajó durante algún tiempo como zapatera. Dña. Antonia estaba encantada de ella y exhortaba a las demás a que la imitaran. Hacia rezar el rosario y rendían mas que antes.
El Padre Torres Padilla era muy amigo de la familia donde trabajaba como zapatera. Le habían hablado de la maravilla de aquella joven.
De 1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares pobres que visita. En 1865 se cierne una oleada de cólera sobre Sevilla que azota a las familias pobres hacinadas en los "corrales de vecindad". Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a monja". Cuenta ahora con diecinueve años.
Quiso entrar en las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz de Sevilla, aunque no la admitieron por temor a que no pudiera soportar los duros menesteres del convento en su cuerpo menudo y débil.
Después ingresó en las Hermanas de la Caridad. Llegó a vestir el habito, pero hubo de salir del convento al enfermar. Viendo que no podía ser monja en el convento, se dijo a si misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871 nos revela que "María de los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo Crucificado" promete vivir conforme a los consejos evangélicos: ya que le ha fallado ser monja en el convento, será monja fuera. Dos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús. De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.
Ángela comienza a afirmarse en una idea que le ha venido con fuerza: "hay que hacerse pobre con los pobres".
En invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17 de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los hombres.
Objetos personales de Sor Ángela de la Cruz.Ángela ha encontrado tres compañeras: Josefa de la Peña, una terciaria franciscano "pudiente", que ha decidido dar el paso que su contacto con los pobres le está pidiendo; Juana María Castro y Juana Magadán, dos jóvenes pobres, sencillas y buenas. Con el dinero de Josefa Peña alquilan su "convento": un cuartito con derecho a cocina en la casa número 13 de la calle San Luis, y desde allí organizan su servicio de asistencia a los necesitados a lo largo del día y de la noche. Poco después se trasladan al número 8 de la calle Hombre de Piedra, y comienzan a adquirir notable consistencia en el clima religioso de Sevilla. Estrenan hábito y sus compañeras comienzan a llamarle "Madre", cuando aún no se ha borrado de su rostro la primavera de la niñez. Entre duras penitencias y mortificaciones, fieles a la causa de los pobres, consiguen obtener en 1876 la admisión y bendición del Cardenal Spinola.
Todo el resto de su vida estaría marcado por el signo doliente de la Cruz, pero también por la felicidad de quien se siente "luz en el mundo mostrando una razón para vivir". La Compañía va a crecer, y con ella el agradecimiento del pueblo sevillano y de todos los rincones de Andalucía a donde llega el espíritu de Sor Ángela. Como afirma José María Javierre en su preciosa obra Madre de los pobres: 'Que yo sepa, es el único caso en el mundo. Existe una ciudad donde pronunciáis el nombre de una persona y todos los habitantes, todos, sonríen: -Era buena, era una santa."
La siguen bastantes jóvenes y mayores que quieren imitar a Sor Ángela y seguir su mismo genero de vida. Todos caben en sus casas. La austeridad será nota distintiva de sus casas. Roma da aprobación a su Obra.
La muerte le sorprendió con las manos llenas de amor, pero vacías de entregar a los demás su vida hecha dulzura, milagro cotidiano de luz. A las tres menos veinte de la madrugada del día 2 de marzo de 1932 alzó el busto, levantó los brazos hacia el cielo, abrió los ojos, esbozó una dulce sonrisa, suspiró tres veces y se apagó para siempre. El día 28 de julio del anterior año había perdido el habla. Sus últimas palabras habían sido: "No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera......"
El Ayuntamiento republicano de Sevilla celebra sesión extraordinaria para dar carácter oficial a los elogios dé Sor Ángela. El alcalde pone a votación que se cambie el nombre de la calle Alcázares por Sor Ángela de la Cruz. El Papa Juan Pablo la beatificó en Sevilla el 5 de noviembre de 1982, proclamándola Santa el 4 de mayo de 2003. El Ayuntamiento de Sevilla ha rotulado de nuevo la calle que lleva su nombre por el de Santa Ángela de la Cruz.
 

miércoles, 22 de octubre de 2014

Esta tarde los alumnos del Aula Abierta de Gines (nuestro pueblo), hemos visitado el Castillo de San Jorge en Triana y ha sido una experiencia muy interesante y bonita.  Es por ello que  os voy a contar una historia de las muchas que allí ocurrieron.

El duro recuerdo de la Inquisición.

 


Marcela sabía de hierbas medicinales. También le gustaba estudiar las formas que dibujan las estrellas en el firmamento. Un día fue encerrada en una mazmorra de la Inquisición. No sabía por qué. ¿La denunció alguna vecina envidiosa? ¿O fue un hombre despechado por su rechazo? Lo cierto es que la acusaron de bruja, de hereje, de astróloga. Y la mataron. La historia de Marcela era seguida ayer por una docena de espectadores en el Museo del Castillo de San Jorge, en el barrio sevillano de Triana. La proyección podía contemplarse en español o inglés.
El museo se abre hoy al público. La entrada del recinto es por el puente de Triana. La historia de la Inquisición centra el recorrido. La "sala sensorial" presenta en la planta alta tres espacios cuyas videoinstalaciones buscan que el visitante comprenda lo que supone ser víctima de un juicio de valor y del abuso de poder.
La parte baja del museo se abre con la Barbacana, un lugar con datos, imágenes y piezas arqueológicas relacionadas con el castillo. La maqueta del castillo en el siglo XVIII, cuando todavía pertenecía a la Inquisición, culmina esta fase del recorrido.
A continuación, se entra en la pasarela interpretativa. Se pasea por encima del empedrado del castillo, se contemplan los restos de paredes y arcos... Es el mismo lugar por donde andaban los esbirros de la Inquisición. Las paredes son las mismas que amortiguaban los gritos de los torturados. Varios atriles informan de la vida cotidiana en la casa del portero, las cuadras, las casas del nuncio y el notario, la cocina, la bodega, la casa del primer inquisidor...
El Museo del Castillo de San Jorge, que fue inaugurado ayer por el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, y el consejero de Turismo, Comercio y Deporte, Luciano Alonso, ha contado con una inversión de 2,5 millones de euros, financiados en un 40% por el Ayuntamiento y un 60% por la Junta.
El castillo fue en su origen una construcción almohade iniciada en 1171. En la fortaleza estuvo la sede de la Inquisición en Sevilla de 1481 a 1785. El castillo fue demolido en el siglo XIX. El terreno se convirtió en mercado de abastos al aire libre. En 1992, comenzó la excavación y la recuperación del recinto. El pasado del castillo es un duro recuerdo que el museo contribuye a no olvidar. Para que no se repita.


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    miércoles, 15 de octubre de 2014




    Santa Teresa de Jesús
    (1515-1582)

         Teresa de Ahumada nació en Ávila, el 28 de marzo de 1515.
         Desde sus más breves años comenzó a sentir mística exaltación, y a los 7 años huyó de su casa con un hermano, para ir a buscar martirio.
         Vuelta al hogar, a los doce años pasó por el dolor de perder a su madre, lo que la afectó en extremo y pareció decidir su vocación religiosa.
         A los 16 años entró en el convento de Santa María de Gracia, llevada por su padre a causa de sus malas frecuentaciones, entre ellas la de una su prima, y de las exageradas lecturas de libros de caballerías.
         El tres de noviembre de 1534, a los 19 años de edad, profesó en el convento de la Encarnación de Ávila. Poco después cayó gravemente enferma y su padre la llevó a baños minerales: sentía los primeros síntomas de sus neurosis.
         En 1537, en casa de su padre, sufrió un ataque de parasismo, y durante dos años estuvo paralítica.
         Curó, y durante bastantes años su fe anduvo bastante entibiada, hasta que volvió al pasado ardor religioso por que, según dice ella, Cristo se le apareció con airado semblante.
         Entonces creyó que la causa de su frialdad provenía de su demasiado frecuente trato con seglares, y resolvió reformar la orden del Carmelo, a la cual pertenecía, y fundar religiones de monjas descalzas y enclaustradas.
         Hora era de que llegaran estas reformas, pues la orden estaba del todo relajada.
         En su empresa tuvo grandes dificultades que vencer, pero le ayudaron eficazmente una de sus hermanas, otros parientes, varios señores piadosos y la duquesa de Alba.
         Sus principales obras son en prosa: amenas unas veces, especiosas otras, son pruebas de que la santa, que tanto se queja en ellas de su falta de letras, era una gran estilista.
         En cuanto a sus poesías, fueron compuestas en ciertos momentos de mayor ardor místico, por la que ella decía que la Divinidad se las inspiraba.
         La última de las que aquí damos, el popular soneto, es también atribuido a San Juan de la Cruz. El espíritu de este soneto parece, en efecto, de la santa, pero su forma parece más bien de su gran amigo.
         Santa Teresa murió, después de realizada su obra de reforma, el 4 de octubre de 1582, a los sesenta y siete años

     

    domingo, 12 de octubre de 2014

    Virgen del Pilar.    

    Virgen del Pilar
    Virgen del Pilar sin manto.JPG
    La Virgen del Pilar sin manto, como se muestra los días 2, 12 y 20 de cada mes.
    Venerada enIglesia católica
    TemploBasílica del Pilar
    Festividad12 de octubre
    Patrona deDe Zaragoza, Aragón, Hispanidad, entre otros.
    Fecha de la imagenSiglo XV
    (Atribuida a Juan de la Huerta)
    EstiloGótico tardío
    Nuestra Señora del Pilar, la Virgen del Pilar, es una advocación mariana católica. La imagen original se venera en la Catedral-Basílica a la que da nombre, en la ciudad de Zaragoza, España.
    El 27 de mayo de 1642 el municipio de Zaragoza proclamó a la Virgen del Pilar patrona de la ciudad, patronazgo que se extendió a todo el Reino de Aragón en las Cortes aragonesas de 1678.Acumula otros patronazgos, como el del Cuerpo de la Guardia Civil (1913), Cuerpo de correos (1916), Cuerpo de secretarios, interventores y depositarios de administración local (1928), Sociedad mariológica (1940) y Consejo superior de misiones (1948).

    Introducción.

    La leyenda sobre sus orígenes se remonta al año 40, cuando, de acuerdo con la tradición cristiana, el 2 de enero la Virgen María se apareció a Santiago el Mayor en Caesaraugusta.  María llegó a Zaragoza «en carne mortal» antes de su Asunción y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe a orillas del Ebro.  Este testimonio es recogido por un manuscrito de 1297 de los Moralia, sive Expositio in Job, de Gregorio Magno, que se custodia en el Archivo del Pilar. La devoción mariana comenzó en los albores del siglo XIII, cuando comenzaron las primeras peregrinaciones a Santa María la Mayor.
    Sobre la iglesia mozárabe preexistente, se erige el templo románico del Pilar poco después de la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador (1118) que fue culminado en el siglo XIII.  En esta época se documenta en el templo una capilla primitiva para alojar el Pilar, según transmite Diego de Espés en 1240.  Para 1293 el templo se encontraba en tan mal estado que el obispo Hugo de Mataplana promovió la restauración del templo y su conversión en la colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor con recursos de una bula de Bonifacio VIII que por vez primera menciona la advocación «del Pilar».   Actualmente el único vestigio conservado del templo románico del Pilar es el tímpano de la iglesia, que ha sido colocado en la fachada sur de la basílica barroca.

    La imagen y su santuario.

    La imagen de la Virgen es una talla en madera dorada; mide treinta y ocho centímetros de altura y descansa sobre una columna de jaspe forrado de bronce y plata y cubierto, a su vez, por un manto hasta los pies de la imagen, a excepción de los días dos, doce y veinte de cada mes en que aparece la columna visible en toda su superficie. En la fachada posterior de la capilla se abre el humilladero, donde los fieles pueden venerar la Santa Columna a través de un óculo abierto.
    Se trata de una escultura de estilo Gótico tardío franco-borgoñón de hacia 1435 atribuida a Juan de la Huerta, imaginero de Daroca. En cuanto a su iconografía, se observa a María coronada y con túnica y manto, que recoge con su mano derecha, contemplando a Jesús niño que agarra el manto de su madre con la mano derecha y un pájaro con la izquierda.  El Niño puede haber sido objeto de una restauración poco cuidadosa.
    La Virgen del Pilar según cuadro de Ramón Bayeu (1780).
    Probablemente fue una imagen donada por Dalmacio de Mur con el mecenazgo de la reina Blanca de Navarra, mujer de Juan II de Aragón, a raíz de la curación de una enfermedad que aquejó a la reina por entonces.

    Descripción y estilo.

    La imagen representa a la Virgen coronada y ataviada con un vestido gótico abotonado. Se trata de una vestidura ceñida por un cinturón con hebilla que llega hasta los pies que permite observar el derecho más que el izquierdo. Una gran pieza de paño le cubre la cabeza y muestra un peinado ondulado. La mano derecha sostiene un pliegue de la ropa, que cubre todo su abdomen y la mayor parte de sus extremidades inferiores.  El Niño Jesús se encuentra en la mano izquierda, desnudo.  Su figura gira hacia la izquierda y su cabeza apunta al cinturón de la Virgen.  La escultura, de fábrica gótica, se restauró en 1990 por el Instituto del Patrimonio Histórico Español, a iniciativa del Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
    La Santa Columna está hecha de jaspe, tiene 1,70 metros de altura, un diámetro de 24 centímetros y un forro de bronce y plata.  La tradición pilarista afirma que jamás ha variado su ubicación desde la visita de María a Santiago.
    El 24 de marzo de 1596 se recibió en el santuario del Pilar el obsequio de Felipe II, que consistía en dos ángeles de plata obra de Diego Arnal que sirven de guardia a la Virgen.  Son los únicos elementos de la colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor que se conservan en la actual basílica barroca.

    Basílica de Nuestra Señora del Pilar.

    El Pilar. Vista desde el Ebro.
    El templo se articula en tres naves, de igual altura, cubiertas con bóvedas de cañón, en las que se intercalan cúpulas y bóvedas de plato, que descansan sobre robustos pilares.  El exterior es de ladrillo caravista, siguiendo la tradición de construcción en ladrillo aragonesa, y el interior revocado en estuco.  La nave central se halla dividida por la presencia del altar mayor bajo la cúpula central.  El altar está presidido por el gran retablo mayor de la Asunción, perteneciente a la colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor de Zaragoza, realizado por Damián Forment en el siglo XVI.
    Bajo las otras dos cúpulas elípticas de la nave central, se dispuso la Santa Capilla de la Virgen del Pilar, y el coro y órgano, que también procedían de la colegiata predecesora.  Actualmente el coro y órgano, se encuentran desplazados, al siguiente tramo, para dotar de mayor espacio los tramos del altar mayor.

    Historia.

    Orígenes.

    Primeros siglos.

    La comunidad cristiana de Caesaraugusta es una de las más antiguas de España, junto a las de Mérida, León y Astorga. Hacia 254 se documenta su existencia en el epistolario de San Cipriano. También consta que el obispo Valerio estuvo en el concilio de Elvira a inicios del siglo IV y que el Pilar muy probablemente fue sede del concilio antipriscilianista de 380.
    En el siglo IV destaca el canon VIII del Concilio de Antioquía —celebrado en la segunda mital del s. IV, que establece la colocación de las imágenes religiosas sobre columnas o pilares. De lo cual deducen estudiosos como Mariano Nougués Secall y Manuel Aramburu que el hecho pudo haber estado inspirado por el conocimiento de la aparición de María a Santiago, aunque dicha tradición era muy popular en el paganismo.  De acuerdo con Francisco García Palacios, en este siglo el obispo Atanasio de Zaragoza, discípulo de Santiago, ya utilizaba los símbolos del cristianismo primitivo como el agnus deis.
    Hacia 1608 se descubrió en una pared contigua a la Santa Capilla medieval la tumba de un diácono de nombre Lorenzo, que aparentemente habría fallecido en julio de 196. Siguiendo la teoría de Aramburu aunque Juan Francisco Andrés de Uztarroz puso en duda que el epígrafe de la tumba hubiese sido escrito en las postrimerías del siglo II—la capilla pilarista funcionaba activamente en 196 y contaba ya con varios diáconos ordenados. Del siglo II datarían también las comunicaciones subterráneas de la iglesia del Pilar con varios sitios de la ciudad cesaraugustana.  En 1718, al desmontar la primitiva plaza del Pilar, se descubrieron comunicaciones entre una casa particular y el templo.  Se cree que fueron construidas circa 130, cuando los judíos comenzaron a utilizar las catacumbas para practicar su religión perseguida por Adriano, táctica que poco tiempo después adaptarían las primitivas comunidades cristianas.
    Para estudiar el siglo III existe mayor diversidad de documentos que aportan información a la historia del Pilar.  Se tiene constancia de que el obispo Valero de Zaragoza edificó un salón anejo al templo conocido como la «sala valeriana».  También se discute la existencia de la capilla del Pilar durante las persecuciones de Diocleciano, aunque numerosas fuentes indican que testigos visitaron el templo durante aquellos años, como Caledonio, obispo de Braga.

    El bajo imperio.

    Venida de la Virgen, por Pablo Serrano (fachada de El Pilar).
    En noviembre de 380 se convocó a un concilio nacional en la ciudad de Zaragoza, presidido por el obispo Valerio II de Zaragoza. El acta del concilio es firmada por doce obispos.  Se infiere que esta catedral tenía representadas, en pintura o en bajorrelieve, veinticuatro escenas del Antiguo Testamento y el mismo número para el Nuevo Testamento.  En el arco fronterizo figuraba el Pantocrátor y los veinticuatro ancianos.
    Aparentemente, el poeta tardorromano Aurelio Prudencio redactó una oda a los mártires de Zaragoza entre 380 y 395. De acuerdo con algunas interpretaciones, en una de las estrofas de su composición alude al templo del Pilar como «templo» y «casa llena de ángeles».   Sin embargo, Juan de Arruego, Antonio de Nebrija y Lupercio Leonardo de Argensola, cada quien por su cuenta, desecharon esta teoría al afirmar que Aurelio Prudencio se refería a toda la ciudad de Zaragoza y no al Pilar en particular.  Cualquiera que haya sido el caso, es seguro que para el siglo IV la capilla del Pilar había sido ampliada y contaba con espacio suficiente para albergar a los dieciochos mártires que, según la tradición, murieron durante las persecuciones en los albores del siglo IV.
    El mismo Prudencio fue comisionado para escribir glosas sencillas a algunas escenas del templo, pero al colocar la explicación al Santo Pilar redactó algo insólito: «la Columna (atado) a la cual fue flagelado el Señor». Gracias a este testimonio autores como Lupercio Leonardo de Argensola, Diego Murillo, Manuel Aramburu y José Félix de Amada especularon que la Santa Columna podía ser la que sirvió para atar a Cristo en la flagelación o que incluso era una porción de ella.  Al respecto escribió Lupercio:
    Dicen que el Pilar que vemos en la santa Capilla fue traído por los ángeles.  Siendo así como la tradición asegura, habemos de dar alguna causa digna de que tales ministros lo trajesen y de que la Virgen se pusiese sobre él; pues ¿qué causa más verosímil que haber sido aquel en que Nuestro Señor Jesucristo fue azotado? Yo así lo oí predicar siendo niño al padre Govierno.
    Otro testimonio sobre la veneración a la Virgen en los tiempos del bajo imperio es uno de los bajorrelieves del sarcófago de Santa Engracia, donde se representa el descenso de los cielos de la Virgen para entrevistarse con Santiago.  Se conoce desde el siglo IV.

    Los visigodos.

    Braulio de Zaragoza, por Bartolomé Bermejo (s. XV).
    Con la llegada de los visigodos a Hispania se suscitaron numerosos conflictos religiosos entre las dos principales doctrinas de la época: el arrianismo y el catolicismo romano.  Gracias a los Concilios de Toledo, a la conversión del rey Recaredo y a mártires como San Hermenegildo, paulatinamente el reino visigodo experimentó una transición unificadora hacia el catolicismo.
    Se ha puesto en duda la supervivencia de la capilla del Pilar en el siglo V, debido a las severas invasiones sufridas por Hispania en la época.
    Existen testimonios que afirman que en 542 la estola de San Vicente, resguardada en el Pilar, fue llevada en procesión hasta París, donde Childeberto la requirió en agradecimiento por haber levantado el cerco de la ciudad.  Asimismo, se relata que en esta centuria fue muy común la denominación de «basílica de San Vicente» para el templo del Pilar.
    En el siglo VI se atestigua también el uso de la misa propia de la Virgen del Pilar, que había utilizado desde 368 el misal mozárabe. También se conoce un documento fechado en 645 por Chindasvinto —una donación— donde se menciona el templo del Pilar como fundado por el apóstol Santiago. Por último, en este siglo ocupó la cátedra zaragozana el obispo San Braulio, documentado como obispo entre 626 y 651 y cuya tumba se encontró en el Pilar en 1290.  Se encuentra sepultado cerca del altar mayor.
    Durante las últimas décadas de la dominación visigótica, la sede episcopal de Zaragoza y el templo del Pilar alcazaron su mayor esplendor.  Braulio de Zaragoza es la figura señera de estos años, aunque, de acuerdo con Daniel Lasagabáster, existe cierta extrañeza porque Braulio jamás comentó en sus textos la existencia del edículo y la tradición pilarista.

    Dominación musulmana.

    Plano de Saraqusta. La zona marcada en rosa cercana al río Ebro corresponde al asentamiento de la iglesia del Pilar.
    En 716 los musulmanes capturaron Zaragoza y la nombraron Saraqusta. Asimismo, aunque importaron su religión y construyeron la mezquita mayor de Saraqusta al Baida, «Zaragoza la Blanca», una de las más antiguas de Al-Ándalus,  la religión cristiana fue permitida y el Pilar se convirtió en uno de sus baluartes. Durante aquella época, según las crónicas, se formó incluso la Cofradía de la Bienaventurada Virgen María del Pilar. Arruego señala que en el siglo VIII, cuando inicia la islamización en Zaragoza, la catedralidad pasó al templo del Pilar.
    En el siglo IX se hace mención de los obispos Sénior, quien trasladó al Pilar el cadáver de San Vicente, y Eleca, participante de numerosos concilios y personaje relevante en el cristianismo español de dicha centuria.
    Es aquí cuando Aimoino escribe su Historia del traslado de San Vicente, donde describe la iglesia mozárabe del Pilar en el mismo emplazamiento del templo barroco.  En torno a ella se congregaba la comunidad cristiana de Zaragoza.
    Hacia 985 el barcelonés Moción, hijo de Froya, hace una donación a la iglesia mozárabe de Santa María la Mayor y a las Santas Masas de Zaragoza. En su testamento heredaba cien sueldos «ad Santa María».  El pergamino se conserva en el archivo de la Archidiócesis de Barcelona. Este testimonio permite afirmar que el templo pilarista existía desde la época visigótica, pues, a pesar de la tolerancia religiosa islámica, no se permitía construir nuevas iglesias.

    Edad Media.

    Siglos XII-XIV.

    Las capitulaciones firmadas el 18 de diciembre de 1118, luego de la conquista de Zaragoza, otorgaban a los musulmanes ciertas concesiones entre las que se incluía el plazo de un año para abandonar la ciudad e instalarse extramuros, y practicando su religión.  Alfonso el Batallador le otorgó el patronazgo de la capilla del Pilar a Gastón IV de Bearn, adalid de la toma de Zaragoza.  De acuerdo con Lasagabáster, el hecho de que los dos encargados del Pilar tras la conquista, Pedro de Librana y Gastón IV, fueran franceses, es una prueba de que la devoción pilarista era ya bastante conocida en Europa.
    Pedro de Librana fue nombrado obispo de Zaragoza.

    Tímpano de la iglesia románica.
    Así, entre 1119 y 1120 el arcediano Miorrando recorrió varias diócesis de España, Italia y Francia en busca de donativos para restaurar la capilla pilarista. De acuerdo con los testimonios escritos debe haber obtenido una generosa suma que le permitió a Pedro de Librana emprender cuanto antes las tareas que había señalado.
    Es en el siglo XII cuando el Pilar recibe numerosos obsequios que atestiguan la existencia de la tradición pilarista durante la dominación islámica.  El más destacado es el olifante de Gastón IV de Bearn, donado por su viuda Talesa de Aragón y resguardado en el Museo del Pilar.  En 1138 se fundará la primera congregación de agustinos.  Seis bulas de los papas Eugenio III, Alejandro III y Celestino III otorgan importancia al Pilar de Zaragoza.  De igual modo, el templo fue favorecido por los reyes de Aragón tanto de la Casa de Aragón como de la Casa de Trastámara desde Ramón Berenguer IV hasta el rey Fernando II, así como Alfonso VII de León y Sancho II de Navarra.  Así, el Pilar se convierte en un prestigiado y reconocido templo de culto mariano.
    Ya en el siglo XIII la tradición pilarista se difunde por toda España y poco después se funda la primera cofradía.  Es importante señalar que el pueblo aragonés ya conocía a la Santa Capilla como «Santa María del Pilar», aunque el templo en el que se asentaba era llamado «de Santa María la Mayor».  Hasta bien entrado el siglo XV se empleará el título de «Santa María la Mayor y del Pilar».
    Para 1261 fuertes riadas dañaron severamente la estructura del templo románico de Santa María.  En 1291 el recién llegado obispo Hugo de Mataplana decidió emprender la restauración de la iglesia y su conversión al estilo gótico, tan en boga durante aquellos años.  En marzo de 1293 ordena al canónigo obrero idear una solución para mejorar el estado del templo pilarista.  A este hecho se le considera el fin del templo románico y el inicio de la historia de la colegiata gótico-mudéjar.  En 1296 Hugo de Mataplana viajó a la Santa Sede para obtener el apoyo del papa Bonifacio VIII. Aunque Mataplana falleció estando en Roma, el pontífice expidió poco después la bula Mirabilis Deus, para acicatear al pueblo a colaborar en las obras de restauración del Pilar de Zaragoza.

    Siglos XIV-XVII.

    En 1318 un documento de Juan XXII menciona a Santa María la Mayor de Zaragoza como «edificada por Santiago en el año 40» y también afirma que dicho templo es el más antiguo de España. Sin embargo, incurre en un error bastante común: señalar que la colegiata fue edificada en 40 cuando su construcción data de varios siglos después. Pero este dato permite conocer que para los canónigos la Santa Capilla y el templo gótico formaban parte de un solo conjunto.
    De acuerdo con fuentes de la época, la reina Blanca de Navarra, esposa de Juan II el Grande, experimentó una curación milagrosa atribuida a la Virgen del Pilar y en agradecimiento marchó al santuario en julio de 1434.
    Entre 1434 y 1435 se originó en la sacristía del claustro un incendio que arrasó con varias joyas y con el retablo de alabastro del templo. Es aceptada casi unánimemente la teoría de que el camarín de la Virgen y el Santo Pilar resultaron indemnes del siniestro.  No existen indicios de que el fuego haya alcanzado a la colegiata gótica.   La imagen que hoy se venera de la Virgen del Pilar, elaborada en estilo gótico tardío por una imaginero de Daroca, muy probablemente fue una donación de la reina Blanca y del arzobispo Dalmau de Mur.  En este siglo continuaron las concesiones al Pilar, otorgadas por Juan II y su hijo Fernando II.
    Los fieles y la nobleza de Aragón colaboraron en las obras para restaurar los daños del incendio. Las paredes fueron cubiertas con bajorrelieves que representaban la aparición de la Virgen a Santiago.  También se emprendió la construcción de un nuevo retablo, «de alabastro, de los más claros y transparentes que he visto, donde hay algunas figuras de bulto muy bien labradas, puestas dentro de sus nichos y el semblaje y lo demás del retablo hecho con gran primor.  Acompañan a todo esto otras molduras y figuras pequeñas de alabastro, que están en lo restante de la pared a una parte y a otra».
    Detalle de la iglesia mudéjar en 1563 según Antonio de las Viñas.
    El arzobispo Alonso de Aragón, hijo de Fernando el Católico, fue el responsable de transformar la iglesia en estilo gótico y a él se debe el magnífico retablo tallado por Damián Forment (1512-1518).  En el siglo XVI la Casa de Austria entró a gobernar en España y continuó la tradición de la dinastía aragonesa de otorgar privilegios y protecciones al santuario del Pilar.  En 1530 la decisión de Clemente VII de exceder la jurisdicción episcopal del Pilar generó un conflicto interno en los arzobispados locales. La Seo interpuso un pleito por la catedralidad que fue resuelto hasta 1676, cuando Clemente X fusionó los cabildos de la Seo y del Pilar, con lo que dio origen al Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
    Ya entrado el siglo XVI la iglesia gótica experimenta su transformación al estilo mudéjar.  En esta centuria ocurren hechos de trascendencia para el templo, como la construcción de una bóveda estrellada de crucería flamígera llena de florones relucientes de oro (1504-1515), a semejanza de las que adornaban el Palacio de la Aljafería.
    Damián Forment fue contratado en 1509 para edificar un nuevo retablo de estilo gótico, cuyas obras comenzaron en 1510 al desmontarse el anterior retablo.  Construida entre 1512 y 1518, este retablo se considera una de las obras más logradas de la escultura del Renacimiento en Aragón.
    Retablo mayor de la Basílica, obra de Damián Forment.
    También hubo reparaciones en la Santa Capilla, donde se cambió la verja del presbiterio por el cerrajero maestro Pedro de Escalantes, que creó una verja balaustrada y estañada con apariencia de platería rematada con festones dorados. Tenía la misma altura que la nave. La verja de hierro que cerraba la entrada al camarín de la Virgen fue sustituida en 1644 por el príncipe Baltasar Carlos de Austria.
    Esteban de Obray, Juan de Moreto y Nicolás Lobato, construyeron el coro de la iglesia entre 1542 y 1548. La sillería de tres hileras de sitiales superpuestos en forma de grada y dispuestos en planta semicircular posee trabajos taraceados con incrustaciones de boj amarillo.  De los 138 sitiales originales solo quedan 124, pues algunos han sido reubicados en el presbiterio del altar mayor.  La sillería del Pilar es mucho más grande que la de la mayoría de las catedrales de España.  Se conserva en la actual basílica barroca, pues fue reubicada en 1716.
    El 29 de marzo de 1640 ocurrió el suceso conocido como Milagro de Calanda, pues el cojo Miguel Pellicer afirmó que por intercesión de la Virgen del Pilar le fue restituida la pierna derecha, que había perdido en un accidente.  El hecho obtuvo gran relevancia en todo el reino, y el 27 de abril de 1641 se dictaminó como milagro.  Ya el 27 de mayo de 1642, el municipio de Zaragoza proclama patrona de la ciudad a la Virgen del Pilar.[
    La devoción a la Virgen del Pilar se había extendido por toda España, y en 1678 el virrey Pedro Antonio de Aragón llamó a Cortes en nombre del rey Carlos II, a fin de declarar a la Virgen como patrona de Aragón.
    Varios templos barrocos se habían edificado en el siglo XVII en Zaragoza. En 1670 Juan José de Austria promovió la renovación del Pilar en estilo barroco.  Felipe Sánchez obtuvo el triunfo en el concurso celebrado por el cabildo de Zaragoza para el proyecto de la nueva basílica.  A la cabeza del proyecto se situó Francisco de Herrera el Mozo y la primera piedra se colocó el 25 de julio de 1681 por el arzobispo Diego de Castrillo.

    De 1681 a la fecha.

    El templo barroco.

    La Basílica del Pilar en 1806.
    A pesar de que la Guerra de Sucesión Española trastocó los planes del nuevo edificio, para 1716 se reubicó en su totalidad el retablo y la sillería de la colegiata mudéjar. El 11 de octubre de 1718 se inauguró el templo barroco de Nuestra Señora del Pilar.
    En 1750, después de varios proyectos de reforma que jamás se llevaron a cabo, se acepta el plan de Ventura Rodríguez para edificar la capilla barroca del Pilar. El 6 de octubre de 1751 Rodríguez recibe el visto bueno de Fernando VI y desde el 2 de noviembre de ese año, cuando se destruyó la capilla medieval, comenzaron a ejecutarse las obras, que se prolongaron hasta el 12 de octubre de 1765.  La mayor parte de la construcción fue sufragada por el obispo Francisco Ignacio de Añoa y Busto y por el pueblo zaragozano, que en ocasiones donaba su trabajo sin pago alguno.
    Entre 1863 y 1872 el obispo Manuel García Gil promovió la culminación de la cúpula central, que se finalizó en 1869.  El programa iconográfico fue renovado gracias a Bernardino Montañés y Félix Burriel, que decoraron varias cúpulas del templo.  Finalmente, durante las Fiestas del Pilar de 1872, se consagró la basílica.

    Los Sitios de Zaragoza.

    Fachada este del Pilar, dañada durante el segundo sitio de Zaragoza.
    Los estragos causados por los franceses durante los Sitios de Zaragoza causaron que el pueblo incrementara notablemente su devoción hacia la Virgen, pues incluso gran cantidad de defensores de la ciudad llegaron a dormir dentro del tabernáculo de la Virgen.  A pesar de que una bomba fue arrojada cerca de la capilla de San Juan no produjo daño alguno, aunque el 8 de febrero de 1809 dos bombas cayeron cerca de la cúpula de la sacristía mayor y de la capilla de Santa Ana, y en el acto pereció una cantidad indeterminada de personas alojadas en la Basílica.  Dos días después una bomba de doce arrobas cayó cerca de la capilla de San Antonio, pero no logró explotar.
    Para el 20 de febrero la situación se había tornado insostenible y la Junta de Defensa de la ciudad solicitó al comandante de las fuerzas galas, Jean Lannes, la rendición de Zaragoza.  El francés aceptó y otorgó todos los honores a los más de ocho mil vencidos, que entregaron sus armas en el Palacio de la Aljafería al día siguiente.
    Para salvar a la ciudad del Ebro del saqueo al que seguramente la someterían los galos, la Junta de Defensa de la ciudad propuso al Cabildo entregar al ejército vencedor doce alhajas.  La más suntuosa era una que había sido regalada por Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, y que tenía casi dos mil brillantes.  La totalidad de las joyas tomadas por Lannes ascendían a más de 130.000 pesos fuertes.

    Coronación canónica de la Virgen.

    1904 fue el año declarado por Pío X como «jubilar mariano». Durante este período varias damas de España comenzaron a invitar al pueblo a recaudar fondos para coronar solemnemente a la Virgen.  El 28 de septiembre, gracias a la intervención de la condesa de Guiomar, Pío X otorgó su apoyo a la causa.
    La corona fue construida en los talleres Ansorena de Madrid gracias al patrocinio de un grupo encabezado por la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.  El 28 de abril de 1905 el arzobispo zaragozano Juan de Soldevilla llevó las coronas a Roma para ser bendecidas por el Papa.
    El 20 de mayo fue el día en que se coronó a la Virgen del Pilar.  Prelados de toda España y representantes diplomáticos acudieron a la ceremonia, donde también estuvo presente un número hasta entonces inusitado de peregrinos. A las doce en punto del día el obispo coronó al Niño y después a la figura de la Virgen, en medio de una atmósfera de emoción generalizada.  Días después comenzaron las peregrinaciones, realizadas por grupos, ya que no era posible obtener alojamiento en la ciudad para todos los peregrinos.  En memoria de la coronación canónica, cada día 20 del mes la Virgen no lleva manto.
    La Virgen del Pilar fue la sexta imagen mariana de España en recibir la Coronación Canónica después de la imágenes de la Virgen de Montserrat (1881), la Virgen de la Merced de Barcelona (1886), la Virgen de la Candelaria de Tenerife (1889), la Virgen de los Reyes de Sevilla (1904) y la Virgen de la Misericordia de Reus (1904).
    Por Real Orden del 8 de octubre de 1908, le fue concedido el título de Capitán General, corroborado con la solemne imposición de manto y fajín, el 9 de mayo de 1909.

    Últimos años.

    La adoración del nombre de Dios, fresco dañado por los proyectiles republicanos.
    La madrugada del 3 de agosto de 1936, durante la Guerra Civil Española, el trimotor republicano Fokker lanzó tres bombas, de 50 kilogramos cada una, sobre las torres de la Basílica del Pilar.  Una de ellas quedó clavada en la Basílica del Pilar, otra atravesó el techo y la última logró penetrar la bóveda del coreto de la Virgen y causar serios daños en el marco dorado de La adoración del nombre de Dios, de Goya.  Ninguna de ellas logró estallar ni causar daños de consideración, hecho que fue atribuido a un milagro de la Virgen.  Las bombas fueron desactivadas y hoy en día se exhiben en pilastras cercanas a la Santa Capilla.
    El 24 de junio de 1948, el papa Pío XII concedió a la catedral de Nuestra Señora del Pilar el título de basílica menor, mediante el breve Decus ornarnentumque.   Más de cuatro décadas atrás, el 22 de junio de 1904 el gobierno del rey Alfonso XIII había declarado El Pilar Monumento Histórico-Artístico Nacional.
    El Congreso Mariológico y Mariano Internacional se llevó a cabo en la Basílica en octubre de 1979.  A pesar de que el papa Juan Pablo II no asistió, para dicha celebración se mandó remodelar las cúpulas y los tejados del templo.