Nuestra Señora del Pilar, la
Virgen del Pilar, es una
advocación mariana católica. La imagen original se venera en la
Catedral-Basílica a la que da nombre, en la ciudad de
Zaragoza,
España.
El
27 de mayo de
1642 el municipio de Zaragoza proclamó a la Virgen del Pilar patrona de la ciudad, patronazgo que se extendió a todo el
Reino de Aragón en las Cortes aragonesas de
1678.Acumula otros patronazgos, como el del Cuerpo de la
Guardia Civil (1913), Cuerpo de correos (1916), Cuerpo de secretarios, interventores y depositarios de administración local (1928), Sociedad mariológica (1940) y Consejo superior de misiones (1948).
Introducción.
La leyenda sobre sus orígenes se remonta al año
40, cuando, de acuerdo con la tradición cristiana, el 2 de enero la
Virgen María se apareció a
Santiago el Mayor en
Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza «en carne mortal» antes de su
Asunción y como testimonio de su visita habría dejado una columna de
jaspe conocida popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y
los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de
adobe a orillas del
Ebro.
Este testimonio es recogido por un manuscrito de
1297 de los
Moralia, sive Expositio in Job, de
Gregorio Magno, que se custodia en el
Archivo del Pilar. La devoción mariana comenzó en los albores del
siglo XIII, cuando comenzaron las primeras peregrinaciones a Santa María la Mayor.
Sobre la iglesia mozárabe preexistente, se erige el templo
románico del Pilar poco después de la
conquista de Zaragoza por
Alfonso I el Batallador (
1118) que fue culminado en el
siglo XIII.
En esta época se documenta en el templo una capilla primitiva para alojar el Pilar, según transmite
Diego de Espés en
1240.
Para
1293 el templo se encontraba en tan mal estado que el obispo
Hugo de Mataplana promovió la restauración del templo y su conversión en la
colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor con recursos de una bula de
Bonifacio VIII que por vez primera menciona la advocación «del Pilar».
Actualmente el único vestigio conservado del templo románico del Pilar es el
tímpano de la iglesia, que ha sido colocado en la fachada sur de la basílica barroca.
La imagen y su santuario.
La imagen de la Virgen es una talla en madera dorada; mide treinta y ocho centímetros de altura y descansa sobre una columna de
jaspe forrado de bronce y plata y cubierto, a su vez, por un manto hasta los pies de la imagen, a excepción de los días dos, doce y veinte de cada mes en que aparece la columna visible en toda su superficie. En la fachada posterior de la capilla se abre el
humilladero, donde los fieles pueden venerar la Santa Columna a través de un óculo abierto.
Se trata de una escultura de estilo
Gótico tardío franco-borgoñón de hacia
1435 atribuida a
Juan de la Huerta, imaginero de
Daroca. En cuanto a su iconografía, se observa a María coronada y con túnica y manto, que recoge con su mano derecha, contemplando a Jesús niño que agarra el manto de su madre con la mano derecha y un pájaro con la izquierda. El Niño puede haber sido objeto de una restauración poco cuidadosa.
Probablemente fue una imagen donada por
Dalmacio de Mur con el mecenazgo de la reina
Blanca de Navarra, mujer de
Juan II de Aragón, a raíz de la curación de una enfermedad que aquejó a la reina por entonces.
Descripción y estilo.
La imagen representa a la Virgen coronada y ataviada con un vestido gótico abotonado. Se trata de una vestidura ceñida por un cinturón con hebilla que llega hasta los pies que permite observar el derecho más que el izquierdo. Una gran pieza de paño le cubre la cabeza y muestra un peinado ondulado. La mano derecha sostiene un pliegue de la ropa, que cubre todo su abdomen y la mayor parte de sus extremidades inferiores. El
Niño Jesús se encuentra en la mano izquierda, desnudo. Su figura gira hacia la izquierda y su cabeza apunta al cinturón de la Virgen. La escultura, de fábrica gótica, se restauró en
1990 por el
Instituto del Patrimonio Histórico Español, a iniciativa del
Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
La
Santa Columna está hecha de jaspe, tiene 1,70 metros de altura, un diámetro de 24 centímetros y un forro de
bronce y
plata. La tradición pilarista afirma que jamás ha variado su ubicación desde la visita de María a Santiago.
El
24 de marzo de
1596 se recibió en el santuario del Pilar el obsequio de
Felipe II, que consistía en dos ángeles de plata obra de
Diego Arnal que sirven de guardia a la Virgen. Son los únicos elementos de la
colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor que se conservan en la actual basílica barroca.
Basílica de Nuestra Señora del Pilar.
El Pilar. Vista desde el Ebro.
El templo se articula en tres
naves, de igual altura, cubiertas con bóvedas de cañón, en las que se intercalan cúpulas y bóvedas de plato, que descansan sobre robustos pilares. El exterior es de ladrillo caravista, siguiendo la tradición de construcción en ladrillo aragonesa, y el interior revocado en estuco. La nave central se halla dividida por la presencia del
altar mayor bajo la
cúpula central. El altar está presidido por el gran
retablo mayor de la Asunción, perteneciente a la
colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor de Zaragoza, realizado por
Damián Forment en el
siglo XVI.
Bajo las otras dos cúpulas elípticas de la nave central, se dispuso la
Santa Capilla de la Virgen del Pilar, y el
coro y
órgano, que también procedían de la colegiata predecesora. Actualmente el coro y órgano, se encuentran desplazados, al siguiente tramo, para dotar de mayor espacio los tramos del altar mayor.
Historia.
Orígenes.
Primeros siglos.
La comunidad cristiana de Caesaraugusta es una de las más antiguas de España, junto a las de
Mérida,
León y
Astorga. Hacia
254 se documenta su existencia en el epistolario de
San Cipriano. También consta que el obispo Valerio estuvo en el
concilio de Elvira a inicios del siglo IV y que el Pilar muy probablemente fue sede del concilio antipriscilianista de
380.
En el siglo IV destaca el canon VIII del
Concilio de Antioquía —celebrado en la segunda mital del s. IV, que establece la colocación de las imágenes religiosas sobre columnas o pilares. De lo cual deducen estudiosos como
Mariano Nougués Secall y
Manuel Aramburu que el hecho pudo haber estado inspirado por el conocimiento de la aparición de María a Santiago, aunque dicha tradición era muy popular en el
paganismo.
De acuerdo con
Francisco García Palacios, en este siglo el obispo
Atanasio de Zaragoza, discípulo de Santiago, ya utilizaba los símbolos del
cristianismo primitivo como el
agnus deis.
Hacia
1608 se descubrió en una pared contigua a la Santa Capilla medieval la tumba de un
diácono de nombre Lorenzo, que aparentemente habría fallecido en
julio de
196. Siguiendo la teoría de Aramburu aunque
Juan Francisco Andrés de Uztarroz puso en duda que el epígrafe de la tumba hubiese sido escrito en las postrimerías del siglo II—la capilla pilarista funcionaba activamente en 196 y contaba ya con varios diáconos ordenados. Del siglo II datarían también las comunicaciones subterráneas de la iglesia del Pilar con varios sitios de la ciudad cesaraugustana. En
1718, al desmontar la primitiva
plaza del Pilar, se descubrieron comunicaciones entre una casa particular y el templo.
Se cree que fueron construidas
circa 130, cuando los judíos comenzaron a utilizar las
catacumbas para practicar su religión perseguida por
Adriano, táctica que poco tiempo después adaptarían las primitivas comunidades cristianas.
Para estudiar el
siglo III existe mayor diversidad de documentos que aportan información a la historia del Pilar. Se tiene constancia de que el obispo
Valero de Zaragoza edificó un salón anejo al templo conocido como la «sala valeriana». También se discute la existencia de la capilla del Pilar durante las
persecuciones de Diocleciano, aunque numerosas fuentes indican que testigos visitaron el templo durante aquellos años, como
Caledonio, obispo de
Braga.
El bajo imperio.
Venida de la Virgen, por Pablo Serrano (fachada de El Pilar).
En noviembre de 380 se convocó a un concilio nacional en la ciudad de Zaragoza, presidido por el obispo
Valerio II de Zaragoza. El acta del concilio es firmada por doce obispos. Se infiere que esta catedral tenía representadas, en pintura o en bajorrelieve, veinticuatro escenas del
Antiguo Testamento y el mismo número para el
Nuevo Testamento. En el arco fronterizo figuraba el
Pantocrátor y los veinticuatro ancianos.
Aparentemente, el poeta tardorromano
Aurelio Prudencio redactó una oda a los mártires de Zaragoza entre
380 y
395. De acuerdo con algunas interpretaciones, en una de las estrofas de su composición alude al templo del Pilar como «templo» y «casa llena de ángeles».
Sin embargo,
Juan de Arruego,
Antonio de Nebrija y
Lupercio Leonardo de Argensola, cada quien por su cuenta, desecharon esta teoría al afirmar que Aurelio Prudencio se refería a toda la ciudad de Zaragoza y no al Pilar en particular.
Cualquiera que haya sido el caso, es seguro que para el siglo IV la capilla del Pilar había sido ampliada y contaba con espacio suficiente para albergar a los dieciochos mártires que, según la tradición, murieron durante las persecuciones en los albores del siglo IV.
El mismo Prudencio fue comisionado para escribir glosas sencillas a algunas escenas del templo, pero al colocar la explicación al
Santo Pilar redactó algo insólito: «la Columna (atado) a la cual fue flagelado el Señor». Gracias a este testimonio autores como
Lupercio Leonardo de Argensola,
Diego Murillo,
Manuel Aramburu y
José Félix de Amada especularon que la Santa Columna podía ser la que sirvió para atar a
Cristo en la
flagelación o que incluso era una porción de ella. Al respecto escribió Lupercio:
Dicen que el Pilar que vemos en la santa Capilla fue traído por los ángeles. Siendo así como la tradición asegura, habemos de dar alguna causa digna de que tales ministros lo trajesen y de que la Virgen se pusiese sobre él; pues ¿qué causa más verosímil que haber sido aquel en que Nuestro Señor Jesucristo fue azotado? Yo así lo oí predicar siendo niño al padre Govierno.
Otro testimonio sobre la veneración a la Virgen en los tiempos del bajo imperio es uno de los bajorrelieves del
sarcófago de Santa Engracia, donde se representa el descenso de los cielos de la Virgen para entrevistarse con Santiago. Se conoce desde el siglo IV.
Los visigodos.
Con la llegada de los visigodos a Hispania se suscitaron numerosos conflictos religiosos entre las dos principales doctrinas de la época: el
arrianismo y el catolicismo romano. Gracias a los
Concilios de Toledo, a la conversión del rey
Recaredo y a mártires como
San Hermenegildo, paulatinamente el reino visigodo experimentó una transición unificadora hacia el catolicismo.
Se ha puesto en duda la supervivencia de la capilla del Pilar en el
siglo V, debido a las severas invasiones sufridas por Hispania en la época.
Existen testimonios que afirman que en
542 la estola de San Vicente, resguardada en el Pilar, fue llevada en procesión hasta
París, donde
Childeberto la requirió en agradecimiento por haber levantado
el cerco de la ciudad.
Asimismo, se relata que en esta centuria fue muy común la denominación de «basílica de San Vicente» para el templo del Pilar.
En el
siglo VI se atestigua también el uso de la misa propia de la Virgen del Pilar, que había utilizado desde
368 el misal mozárabe. También se conoce un documento fechado en
645 por
Chindasvinto —una donación— donde se menciona el templo del Pilar como fundado por el apóstol Santiago. Por último, en este siglo ocupó la cátedra zaragozana el obispo
San Braulio, documentado como obispo entre
626 y
651 y cuya tumba se encontró en el Pilar en
1290. Se encuentra sepultado cerca del
altar mayor.
Durante las últimas décadas de la dominación visigótica, la sede episcopal de Zaragoza y el templo del Pilar alcazaron su mayor esplendor.
Braulio de Zaragoza es la figura señera de estos años, aunque, de acuerdo con
Daniel Lasagabáster, existe cierta extrañeza porque Braulio jamás comentó en sus textos la existencia del edículo y la tradición pilarista.
Dominación musulmana.
Plano de Saraqusta. La zona marcada en rosa cercana al río Ebro corresponde al asentamiento de la iglesia del Pilar.
En
716 los musulmanes capturaron Zaragoza y la nombraron
Saraqusta. Asimismo, aunque importaron su religión y construyeron la mezquita mayor de Saraqusta al Baida, «Zaragoza la Blanca», una de las más antiguas de
Al-Ándalus,
la religión cristiana fue permitida y el Pilar se convirtió en uno de sus baluartes. Durante aquella época, según las crónicas, se formó incluso la Cofradía de la Bienaventurada Virgen María del Pilar. Arruego señala que en el siglo VIII, cuando inicia la islamización en Zaragoza, la catedralidad pasó al templo del Pilar.
En el siglo IX se hace mención de los obispos
Sénior, quien trasladó al Pilar el cadáver de San Vicente, y
Eleca, participante de numerosos concilios y personaje relevante en el cristianismo español de dicha centuria.
Es aquí cuando
Aimoino escribe su
Historia del traslado de San Vicente, donde describe la iglesia mozárabe del Pilar en el mismo emplazamiento del templo barroco. En torno a ella se congregaba la comunidad cristiana de Zaragoza.
Hacia
985 el barcelonés
Moción, hijo de
Froya, hace una donación a la iglesia mozárabe de Santa María la Mayor y a las
Santas Masas de Zaragoza. En su testamento heredaba cien sueldos «ad Santa María». El pergamino se conserva en el archivo de la
Archidiócesis de Barcelona. Este testimonio permite afirmar que el templo pilarista existía desde la época visigótica, pues, a pesar de la tolerancia religiosa islámica, no se permitía construir nuevas iglesias.
Edad Media.
Siglos XII-XIV.
Las capitulaciones firmadas el
18 de diciembre de 1118, luego de la conquista de Zaragoza, otorgaban a los musulmanes ciertas concesiones entre las que se incluía el plazo de un año para abandonar la ciudad e instalarse extramuros, y practicando su religión.
Alfonso el Batallador le otorgó el patronazgo de la capilla del Pilar a
Gastón IV de Bearn, adalid de la toma de Zaragoza.
De acuerdo con Lasagabáster, el hecho de que los dos encargados del Pilar tras la conquista, Pedro de Librana y Gastón IV, fueran franceses, es una prueba de que la devoción pilarista era ya bastante conocida en Europa.
Pedro de Librana fue nombrado obispo de Zaragoza.
Tímpano de la iglesia románica.
Así, entre
1119 y
1120 el
arcediano Miorrando recorrió varias diócesis de
España,
Italia y
Francia en busca de donativos para restaurar la capilla pilarista. De acuerdo con los testimonios escritos debe haber obtenido una generosa suma que le permitió a Pedro de Librana emprender cuanto antes las tareas que había señalado.
Es en el
siglo XII cuando el Pilar recibe numerosos obsequios que atestiguan la existencia de la tradición pilarista durante la dominación islámica.
El más destacado es el
olifante de Gastón IV de Bearn, donado por su viuda
Talesa de Aragón y resguardado en el
Museo del Pilar. En
1138 se fundará la primera congregación de
agustinos. Seis bulas de los papas
Eugenio III,
Alejandro III y
Celestino III otorgan importancia al Pilar de Zaragoza.
De igual modo, el templo fue favorecido por los
reyes de Aragón tanto de la
Casa de Aragón como de la
Casa de Trastámara desde
Ramón Berenguer IV hasta el rey
Fernando II, así como
Alfonso VII de León y
Sancho II de Navarra. Así, el Pilar se convierte en un prestigiado y reconocido templo de culto mariano.
Ya en el
siglo XIII la tradición pilarista se difunde por toda España y poco después se funda la primera cofradía. Es importante señalar que el pueblo aragonés ya conocía a la Santa Capilla como «Santa María del Pilar», aunque el templo en el que se asentaba era llamado «de Santa María la Mayor». Hasta bien entrado el siglo XV se empleará el título de «Santa María la Mayor y del Pilar».
Para
1261 fuertes riadas dañaron severamente la estructura del templo románico de Santa María. En
1291 el recién llegado obispo
Hugo de Mataplana decidió emprender la restauración de la iglesia y su conversión al estilo
gótico, tan en boga durante aquellos años.
En marzo de
1293 ordena al canónigo obrero idear una solución para mejorar el estado del templo pilarista. A este hecho se le considera el fin del templo románico y el inicio de la historia de la colegiata gótico-mudéjar.
En
1296 Hugo de Mataplana viajó a la
Santa Sede para obtener el apoyo del papa
Bonifacio VIII. Aunque Mataplana falleció estando en Roma, el pontífice expidió poco después la bula
Mirabilis Deus, para acicatear al pueblo a colaborar en las obras de restauración del Pilar de Zaragoza.
Siglos XIV-XVII.
En
1318 un documento de
Juan XXII menciona a Santa María la Mayor de Zaragoza como «edificada por Santiago en el año 40» y también afirma que dicho templo es el más antiguo de España. Sin embargo, incurre en un error bastante común: señalar que la colegiata fue edificada en
40 cuando su construcción data de varios siglos después. Pero este dato permite conocer que para los canónigos la Santa Capilla y el templo gótico formaban parte de un solo conjunto.
De acuerdo con fuentes de la época, la reina
Blanca de Navarra, esposa de
Juan II el Grande, experimentó una curación milagrosa atribuida a la Virgen del Pilar y en agradecimiento marchó al santuario en julio de
1434.
Entre
1434 y
1435 se originó en la sacristía del claustro un incendio que arrasó con varias joyas y con el
retablo de
alabastro del templo. Es aceptada casi unánimemente la teoría de que el camarín de la Virgen y el Santo Pilar resultaron indemnes del siniestro. No existen indicios de que el fuego haya alcanzado a la colegiata gótica.
La imagen que hoy se venera de la Virgen del Pilar, elaborada en estilo
gótico tardío por una imaginero de
Daroca, muy probablemente fue una donación de la reina Blanca y del arzobispo
Dalmau de Mur.
En este siglo continuaron las concesiones al Pilar, otorgadas por
Juan II y su hijo
Fernando II.
Los fieles y la nobleza de Aragón colaboraron en las obras para restaurar los daños del incendio. Las paredes fueron cubiertas con bajorrelieves que representaban la aparición de la Virgen a Santiago. También se emprendió la construcción de un nuevo retablo, «de alabastro, de los más claros y transparentes que he visto, donde hay algunas figuras de bulto muy bien labradas, puestas dentro de sus nichos y el semblaje y lo demás del retablo hecho con gran primor. Acompañan a todo esto otras molduras y figuras pequeñas de alabastro, que están en lo restante de la pared a una parte y a otra».
El arzobispo
Alonso de Aragón, hijo de
Fernando el Católico, fue el responsable de transformar la iglesia en estilo gótico y a él se debe el magnífico retablo tallado por
Damián Forment (
1512-
1518).
En el
siglo XVI la
Casa de Austria entró a gobernar en España y continuó la tradición de la dinastía aragonesa de otorgar privilegios y protecciones al santuario del Pilar.
En
1530 la decisión de
Clemente VII de exceder la jurisdicción episcopal del Pilar generó un conflicto interno en los arzobispados locales.
La Seo interpuso un pleito por la catedralidad que fue resuelto hasta
1676, cuando
Clemente X fusionó los cabildos de la Seo y del Pilar, con lo que dio origen al
Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
Ya entrado el
siglo XVI la iglesia gótica experimenta su transformación al estilo mudéjar. En esta centuria ocurren hechos de trascendencia para el templo, como la construcción de una
bóveda estrellada de crucería flamígera llena de florones relucientes de
oro (
1504-
1515), a semejanza de las que adornaban el
Palacio de la Aljafería.
Damián Forment fue contratado en
1509 para edificar un nuevo retablo de estilo gótico, cuyas obras comenzaron en
1510 al desmontarse el anterior retablo. Construida entre
1512 y
1518, este retablo se considera una de las obras más logradas de la
escultura del Renacimiento en Aragón.
También hubo reparaciones en la Santa Capilla, donde se cambió la verja del presbiterio por el cerrajero maestro
Pedro de Escalantes, que creó una verja balaustrada y estañada con apariencia de
platería rematada con festones dorados. Tenía la misma altura que la nave. La verja de hierro que cerraba la entrada al camarín de la Virgen fue sustituida en
1644 por el príncipe
Baltasar Carlos de Austria.
Esteban de Obray,
Juan de Moreto y
Nicolás Lobato, construyeron el
coro de la iglesia entre
1542 y
1548. La sillería de tres hileras de sitiales superpuestos en forma de grada y dispuestos en planta semicircular posee trabajos taraceados con incrustaciones de
boj amarillo.
De los 138 sitiales originales solo quedan 124, pues algunos han sido reubicados en el presbiterio del altar mayor. La sillería del Pilar es mucho más grande que la de la mayoría de las
catedrales de España.
Se conserva en la actual basílica barroca, pues fue reubicada en
1716.
El
29 de marzo de
1640 ocurrió el suceso conocido como
Milagro de Calanda, pues el cojo
Miguel Pellicer afirmó que por intercesión de la Virgen del Pilar le fue restituida la pierna derecha, que había perdido en un accidente. El hecho obtuvo gran relevancia en todo el reino, y el
27 de abril de
1641 se dictaminó como milagro. Ya el 27 de mayo de 1642, el municipio de Zaragoza proclama patrona de la ciudad a la Virgen del Pilar.
[
La devoción a la Virgen del Pilar se había extendido por toda España, y en
1678 el virrey
Pedro Antonio de Aragón llamó a
Cortes en nombre del rey
Carlos II, a fin de declarar a la Virgen como patrona de Aragón.
Varios templos barrocos se habían edificado en el
siglo XVII en Zaragoza. En
1670 Juan José de Austria promovió la renovación del Pilar en estilo barroco.
Felipe Sánchez obtuvo el triunfo en el concurso celebrado por el cabildo de Zaragoza para el proyecto de la nueva basílica. A la cabeza del proyecto se situó
Francisco de Herrera el Mozo y la primera piedra se colocó el
25 de julio de
1681 por el arzobispo
Diego de Castrillo.
De 1681 a la fecha.
El templo barroco.
La Basílica del Pilar en
1806.
A pesar de que la
Guerra de Sucesión Española trastocó los planes del nuevo edificio, para
1716 se reubicó en su totalidad el retablo y la sillería de la colegiata mudéjar. El
11 de octubre de
1718 se inauguró el templo barroco de Nuestra Señora del Pilar.
En
1750, después de varios proyectos de reforma que jamás se llevaron a cabo, se acepta el plan de
Ventura Rodríguez para edificar la capilla barroca del Pilar. El
6 de octubre de
1751 Rodríguez recibe el visto bueno de
Fernando VI y desde el 2 de noviembre de ese año, cuando se destruyó la capilla medieval, comenzaron a ejecutarse las obras, que se prolongaron hasta el
12 de octubre de
1765. La mayor parte de la construcción fue sufragada por el obispo
Francisco Ignacio de Añoa y Busto y por el pueblo zaragozano, que en ocasiones donaba su trabajo sin pago alguno.
Entre
1863 y
1872 el obispo
Manuel García Gil promovió la culminación de la cúpula central, que se finalizó en
1869. El programa iconográfico fue renovado gracias a
Bernardino Montañés y
Félix Burriel, que decoraron varias cúpulas del templo. Finalmente, durante las
Fiestas del Pilar de
1872, se consagró la basílica.
Los Sitios de Zaragoza.
Fachada este del Pilar, dañada durante el segundo sitio de Zaragoza.
Los estragos causados por los franceses durante los
Sitios de Zaragoza causaron que el pueblo incrementara notablemente su devoción hacia la Virgen, pues incluso gran cantidad de defensores de la ciudad llegaron a dormir dentro del tabernáculo de la Virgen. A pesar de que una bomba fue arrojada cerca de la capilla de San Juan no produjo daño alguno, aunque el
8 de febrero de
1809 dos bombas cayeron cerca de la cúpula de la sacristía mayor y de la capilla de Santa Ana, y en el acto pereció una cantidad indeterminada de personas alojadas en la Basílica. Dos días después una bomba de doce arrobas cayó cerca de la capilla de San Antonio, pero no logró explotar.
Para el
20 de febrero la situación se había tornado insostenible y la Junta de Defensa de la ciudad solicitó al comandante de las fuerzas galas,
Jean Lannes, la rendición de Zaragoza. El francés aceptó y otorgó todos los honores a los más de ocho mil vencidos, que entregaron sus armas en el
Palacio de la Aljafería al día siguiente.
Para salvar a la ciudad del Ebro del saqueo al que seguramente la someterían los galos, la Junta de Defensa de la ciudad propuso al Cabildo entregar al ejército vencedor doce alhajas. La más suntuosa era una que había sido regalada por
Bárbara de Braganza, esposa de
Fernando VI, y que tenía casi dos mil brillantes.
La totalidad de las joyas tomadas por Lannes ascendían a más de 130.000 pesos fuertes.
Coronación canónica de la Virgen.
1904 fue el año declarado por
Pío X como «jubilar mariano». Durante este período varias damas de España comenzaron a invitar al pueblo a recaudar fondos para coronar solemnemente a la Virgen. El
28 de septiembre, gracias a la intervención de la condesa de Guiomar, Pío X otorgó su apoyo a la causa.
La corona fue construida en los talleres Ansorena de
Madrid gracias al patrocinio de un grupo encabezado por la reina
María Cristina de Habsburgo-Lorena. El
28 de abril de
1905 el arzobispo zaragozano
Juan de Soldevilla llevó las coronas a
Roma para ser bendecidas por el Papa.
El
20 de mayo fue el día en que se coronó a la Virgen del Pilar. Prelados de toda España y representantes diplomáticos acudieron a la ceremonia, donde también estuvo presente un número hasta entonces inusitado de peregrinos. A las doce en punto del día el obispo coronó al Niño y después a la figura de la Virgen, en medio de una atmósfera de emoción generalizada. Días después comenzaron las peregrinaciones, realizadas por grupos, ya que no era posible obtener alojamiento en la ciudad para todos los peregrinos. En memoria de la coronación canónica, cada día 20 del mes la Virgen no lleva manto.
La Virgen del Pilar fue la sexta imagen mariana de España en recibir la Coronación Canónica después de la imágenes de la
Virgen de Montserrat (
1881), la
Virgen de la Merced de
Barcelona (
1886), la
Virgen de la Candelaria de
Tenerife (
1889), la
Virgen de los Reyes de
Sevilla (
1904) y la
Virgen de la Misericordia de
Reus (
1904).
Por
Real Orden del
8 de octubre de
1908, le fue concedido el título de
Capitán General, corroborado con la solemne imposición de manto y fajín, el
9 de mayo de
1909.
Últimos años.
La adoración del nombre de Dios, fresco dañado por los proyectiles republicanos.
La madrugada del 3 de agosto de
1936, durante la
Guerra Civil Española, el trimotor
republicano Fokker lanzó tres bombas, de 50 kilogramos cada una, sobre las torres de la Basílica del Pilar. Una de ellas quedó clavada en la
Basílica del Pilar, otra atravesó el techo y la última logró penetrar la bóveda del coreto de la Virgen y causar serios daños en el marco dorado de
La adoración del nombre de Dios, de
Goya. Ninguna de ellas logró estallar ni causar daños de consideración, hecho que fue atribuido a un milagro de la Virgen. Las bombas fueron desactivadas y hoy en día se exhiben en pilastras cercanas a la Santa Capilla.
El 24 de junio de
1948, el papa
Pío XII concedió a la catedral de Nuestra Señora del Pilar el título de
basílica menor, mediante el breve
Decus ornarnentumque.
Más de cuatro décadas atrás, el 22 de junio de
1904 el gobierno del rey
Alfonso XIII había declarado El Pilar
Monumento Histórico-Artístico Nacional.
El Congreso Mariológico y Mariano Internacional se llevó a cabo en la Basílica en octubre de
1979. A pesar de que el papa
Juan Pablo II no asistió, para dicha celebración se mandó remodelar las cúpulas y los tejados del templo.